Baten a mi puerta. ¿Quién será?
¿La muerte?... ¿La desgracia quizá?
La muerte no es posible que sea.
Aún tengo que hacer mucha tarea,
y la desgracia es mi compañera,
desde mi angustiosa mocedad.
¿Será la fastidiosa tristeza,
que siempre llega con sutileza,
para disgustar mi corazón?
¿O quizá el crudo remordimiento,
que siempre aparece, cuando el tiempo
me castiga con la compunción?
Baten a mi puerta, ¿Quién será?
Seguro que no es felicidad.
Quizá la quimera de la vida
pretendiendo encontrar su guarida
en una existencia ya vencida
por el odio y la fatalidad.
- Quién sea, que sea bienvenido,
que está mi corazón bien fornido
para tomarlo con ilusión.
¿Qué puede temer un corazón
enfermo, por engaño y traición
del amigo desagradecido?
- Entrad y tomad mi existencia
como os plazca, pero mi consciencia,
que será al final mi redentora,
respetadla; que ella es valedora
de una alma sencilla y acogedora,
predestinada a la Omnipotencia.